jueves, 25 de septiembre de 2008

El poder de una embarazada.

Yo ya sabía que estar embarazada te daba super poderes (¿acaso no lo es poder dormir 11 horas del tirón y seguir teniendo sueño?) y una cantidad ilimitada de privilegios (tener antojos a cualquier hora, poder decir que una comida que jamás has soportado te da ganas de vomitar y que no te obliguen a comértela, hacer que la vida de los que te rodean se limite a lugares con baño porque necesitas uno cada 15 minutos...)... pero desconocía la capacidad de persuasión que tenemos (y eso sin llorar, que con un par de lagrimitas puedes conseguir el mundo).
Ayer tuve que pasar por el ambulatorio para recoger el resultado de unos análisis y, para confirmar que soy un poco gafe, no había ningún médico disponible para darme el dichoso papelito. Pero entonces ataqué: me puse una mano en la tripa, la otra en la espalda, carita de puchero y solté la frase dilapidaria "podría volver mañana pero... ¿no pueden ayudarme?" ¡Voilá! (o como se escriba). Les faltó tiempo para revisar la consulta, localizar el papel, mandar un fax, solicitar una copia y preguntarte si quería agua al tiempo que yo estaba sentada en una esquinita, con el ventilador dándome en toda la cara y sintiéndome como la reina del mundo.
Y es que en circusntancias normales me hubiesen mandado a paseo, no lo dudo ni por un segundo, pero tener una diminuta vida dentro de ti creciendo sin parar le intimida a cualquiera. A ver si la semana que viene les pasa lo mismo a las azafatas y me dejan volar en primera... jejejeje...

miércoles, 24 de septiembre de 2008

La carita de mi niña.


Ayer me hice otra eco en 3D, seguramente la última (luego Ixone será tan grande que será casi imposible verla bien).
Después del soponcio inicial al ver su cara en la pantalla (y unas cuantas lagrimillas, para qué vamos a negarlo), se puso rebelde y no hubo manera de verla... era todo piernas, brazos, codos, manos... jejejeje... está claro que es muy vergonzosa.
El médico ya me dijo que en la vida había visto nada semejante ("¡pero si hasta tiene los pies delante de la cara!") y que lo de taparse la cara con las manos es algo bastante habitual en las niñas... aaaahhhh...
Y la consulta... bueno, si pudiera adoptaría a ese tocólogo. Es realmente encantador, te partes de risa con él (se dedicó a poner en la pantalla en letras verdes la palabra "niña" como un millón de veces cuando confirmó, de nuevo, que era niña), contesta a todas las preguntas (incluso se dedica a hacer adivinanzas... ¡¡estaba demasiado emocionada como para ponerme a pensar!!) y hasta hace el trabajo del tocólogo "oficial", el de la Seguridad Social.
Ya que no se dejaba ver, estuvo explicándonos cómo sabía que había empezado a tragar, nos enseñó una curva para ver si estaba bien de tamaño y estatura (¡¡justo en el centro!!) y nos dijo que iba todo muy bien. Mola.
Ahora sólo falta que crezca (mide unos 30 centímetros) y que engorde (¡¡casi ha llegado al kilo!!).

martes, 2 de septiembre de 2008

El poder de una mano.

Mi marido tiene poderes... a los que ya les he encontrado una valiosa misión, faltaría más: me van a ser de lo más útiles esas noches en las que Ixone se ponga a llorar como una bendita y no nos deje dormir.
Y es que con una sola malo hace que se calme. No es que me importe que de patadas, de hecho me encanta y me quedo como una idiota mirando mi propia tripa y sonriendo cada vez que veo que se levanta al tiempo que siento como ella la golpea... pero aún no he conseguido que él lo sienta y me da penita.
Cuando estoy tirada en el sofá y mi niña se pone guerrera, le pongo la mano para que la note... y es matemático, se para. Es como si tuviese super poderes o algo así. En cuanto la quita, vuelve a empezar. Así que supongo que tendré que esperar a cuando se convierta en futbolista de primera división (de momento está en la cantera) y dé las patadas tan fuertes que se marquen hasta los dedos de su piececitos.

La llamada no deseada.

Cada vez que suena el teléfono y veo un número desconocido me echo a temblar... y es que soy masoca y le pedí al tocólogo que me "adelantase" la analítica del segundo trimestre... curva de azúcar incluida. Qué bien, más pinchazos para la niña
Teniendo en cuenta que la primera me supuso 11 pinchazos para que el resultado fuese el correcto (¿¡por qué no se pudo ver con los dos primeros!?), me dan escalofríos sólo de pensar que tenga que volver a repetir la tortura de "te sacamos sangre cada hora". Porque yo lo valgo.
Y es que cada día estoy más convencida de que hay algún tipo de secta de vampiros adicta a mi sangre y que les lavan el cerebro a todos los médicos que se cruzan en mi camino, ordenándoles que me saquen litros y litros de sangre roja... ¡¡¡es míaaaaa!!!
Me da igual ser 0-... ¡¡soy super egocéntrica y no quiero compartirla!